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2022-08-05 / Visitas: 388
El conflicto armado en Colombia agudizó la violencia contra mujeres y comunidad LGTBIQ+
Los testimonios de mujeres y personas LGTBIQ+ en Colombia revelan la violencia desproporcionada que sufrieron durante el conflicto y advierten que, en la actualidad, se están dando nuevos ciclos de violencia por las disputas entre grupos armados por economías ilícitas como el narcotráfico.

La Comisión de la Verdad (CEV) en Colombia recientemente publicó uno de los diez capítulos de su informe final, ‘Mi Cuerpo es la verdad’, en el cual se exponen las experiencias de 10.864 mujeres y 408 personas LGTBIQ+ víctimas del conflicto armado y explican por qué ocurrieron estos hechos y de qué forma resistieron las comunidades.

La Comisión, vigente por cuatro años en Colombia, fue la entidad encargada de descubrir y exponer los abusos cometidos durante el conflicto, que hasta la fecha y según el Registro Único de Víctimas, han afectado a más de 4.676.817 mujeres y 4.435 personas LGTBIQ+.

Una de sus principales conclusiones es que las disputas entre los actores armados tuvieron un impacto desproporcionado y diferenciado hacia las mujeres. El control sobre la vida y el cuerpo de las mujeres fue una forma de apropiarse de territorios, romper el tejido social y dominar a las comunidades.

Del mismo modo, el informe concluyó que la comunidad LGTBIQ+ sufrió persecución y que las violencias cometidas en su contra ocurrieron por su orientación sexual o identidad de género.

Alejandra Miller Restrepo, quien fue la Comisionada y Directora de este capítulo, es una destacada líder del movimiento feminista en Colombia, investigadora y profesora universitaria, exsecretaria de gobierno del Cauca e integrante de la Ruta Pacífica de las Mujeres. Miller conversó con InSight Crime sobre los hallazgos del informe y cómo el conflicto armado afectó diferenciadamente a las mujeres y la comunidad LGTBIQ+. 

InSight Crime (IC): ¿Por qué es importante tener un capítulo enfocado en entender la violencia ejercida hacia las mujeres y la población LGTBIQ+?

Alejandra Miller (AM): Es importante mostrar y visibilizar lo que pasó con las mujeres y las condiciones que existían previamente que nos afectaron en términos de desigualdades y que la guerra profundizó. Las mujeres somos la mitad de la población de ese país que queremos construir y esa mitad ha estado en desventaja históricamente y durante el conflicto armado.

Cuando llega la guerra, las brechas de desigualdad, de violencias y de impunidad contra las mujeres se exacerban y esto tiene afectaciones profundas en términos de lo que significan las mujeres para el tejido social, las comunidades y en la sociedad como sujetas de derechos y ciudadanas de primera clase y de primer nivel.

Además, es importante porque en la medida en que la sociedad, el Estado, los políticos y todos los tomadores de decisiones comprendan lo que le pasó a las mujeres y a las personas LGTBIQ+ vamos a poder apropiar medidas que efectivamente, no solamente eviten que se repita lo que pasó en un contexto de guerra, sino que avancen hacia igualar las condiciones de inequidad existentes en el país.

IC: ¿Qué papel representan las mujeres dentro de las comunidades y cómo ese papel fue aprovechado por grupos armados para posicionarse en esos territorios?

AM: Las mujeres somos un pilar clave del tejido social, somos las cuidadoras de la vida y de los territorios. Por eso, impactar a las mujeres se volvió más efectivo en términos militares para algunos actores. Por ejemplo en el caso del desplazamiento, si existe una amenaza de desplazamiento a un hombre, ellos se desplazan solos, pero cuando se amenaza o se desplaza a las mujeres generalmente se desplazan con todos los que tienen a su cargo: con los hijos y las hijas, con los papás, con los hermanos.

Así que amenazar a una mujer es mucho más efectivo para vaciar los territorios. Cuando se afecta directamente a las mujeres se afecta el núcleo familiar, el núcleo colectivo del vecindario y de la comunidad.

IC: En InSight Crime pudimos identificar que frentes paramilitares, como el Bloque Resistencia Tayrona, usaron la violencia sexual como una estrategia de guerra. ¿Por qué los paramilitares usaron esa violencia de manera sistemática y marcada?

AM: La violencia sexual ha sido usada por los guerreros en todas las guerras, pero lo que pudimos constatar es que en el caso del paramilitarismo y particularmente en los frentes ubicados en el Caribe, el Meta y Putumayo, es que si fue una estrategia de guerra porque era utilizada para amenazar, vaciar el territorio y despojar. Es decir, había una intencionalidad alrededor del control del territorio para beneficios de intereses económicos y políticos utilizando la violencia sexual.

En el caso de las guerrillas, que también violaron, por supuesto (Las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional), pero no lo usaron como una estrategia para controlar sino como una práctica más. Supuestamente quienes ejercieran este tipo de crímenes eran sancionados, aunque no ocurriera en la realidad.

Por parte de la fuerza pública tampoco pudimos constatar que lo usaran como estrategia, aunque hay que aclarar que para ellos de todas formas esa práctica generó réditos militares y ventajas militares porque de todas formas son acciones que termina generando miedo y control.

IC: ¿Qué especificidad tuvo la violencia contra la población LGTBIQ+ por parte de cada actor armado?

AM: Identificamos un patrón de persecución a las personas LGTBIQ+ por ser personas LGTBIQ+. Ellos fueron perseguidos por dos cosas que se relacionan: el perjuicio y la complicidad social.

Mientras que en el caso de las mujeres las violencias que se ejercen tienen un proceso de normalización, aunque cada vez menos, en el caso de las personas LGTBIQ+ el término es complicidad social. Es decir, los actores armados y sobre todo los paramilitares se congraciaban con las comunidades a través de la violencia que se ejercía contra la comunidad LGTBIQ+, como por ejemplo haciendo las mal llamadas "limpiezas sociales".

Y lo más doloroso es que la gente aplaudió que los despojaran, que los desterraran, que los desplazaran, que les quemaran los negocios, que los silenciaran, porque ellos están dentro de la categoría social de lo indeseable, de lo sucio y del prejuicio.

IC: Uno de los hallazgos que explicaría la violencia contra las mujeres son las 'masculinidades guerreras'. ¿Nos puedes contar un poco más sobre este concepto y las implicaciones que tuvo en el comportamiento de los grupos?

AM: Nosotros empezamos a rastrear las concepciones de los perpetradores de la violencia y encontramos que había una cultura arraigada que se exacerbó con los entrenamientos dentro de la guerra, y que los valores que se exaltaron en estos guerreros fueron la máxima expresión de autoridad y de la violencia del patriarcado.

Los muchachos que entran a los grupos ingresan a estructuras donde los valores de la fuerza, del autoritarismo, de la subordinación al otro, de la dominación es el que da el poder. Entonces ellos salen entrenados con un armada y si antes ellos veían a las mujeres como sujeto de subordinación y obediencia, pues con un arma las veían como una "cucaracha". Entonces, en el ejercicio de esa violencia de estos jóvenes que salieron de estas escuelas de entrenamiento, salen con la lógica de arrasar a los que tienen menos poder: a las mujeres, niños y niñas y a la comunidad LGTBIQ+.

Por ejemplo, en las escuelas paramilitares se tenía que demostrar una crueldad extrema porque es la que moldea el carácter de lo masculino, pero en el caso de las guerrillas, no fue lo mismo. La guerrilla era campesina y conservadora, por lo que su lógica era que ellos, los hombres armados, son los que tenían el poder y la potestad de ejercer ese control sobre estas mujeres. Para ellos era una lógica más moral.

Entonces, en la sociedad, las masculinidades están puestas en un lugar de dominación sobre las mujeres otros y otras. Pero cuando a esas masculinidades se le da el valor de la guerra y se le asocia al dominio y poder que ejercen las armas, eso genera una reacción más cruel, violenta y subordinadora.

IC: En estructuras tan dominadas por los hombres y conformadas mayoritariamente por hombres ¿Cuáles han podido sido las posibles motivaciones de las mujeres para unirse a estos grupos?

AM: Nos parecía clave desinstalar el imaginario sobre lo que significan las mujeres en la guerra y poder mostrar que las mujeres también pueden tomar la decisión de irse para la guerra.

[En el caso de las que se unieron a la guerrilla de las FARC] encontramos que había mujeres que se fueron a la guerra por decisión propia, porque creían que esa era una apuesta política y porque creían que el país se podía cambiar por la vía de las armas, porque creían que la guerra era una opción.

Luego hay otro paquete de mujeres que se fueron para la guerra por la pobreza, porque no tenían con que comer, no tenían educación ni oportunidades y la guerrilla era la opción más cercana que tenían ahí al lado. Otras se fueron porque tenían temas de violencias intrafamiliares, violencias sexuales dentro de sus casas y vieron en las guerrillas también la forma de salir de esas situaciones y hasta vengarse del abusador.

En fin, hay una gama de razonas, pero realmente fueron pocos los testimonios de mujeres que hayan sido obligadas, pero también hay casos de esos.

IC: En el informe se menciona que en algunos territorios las violencias persisten ¿En la actualidad cuáles son las principales afectaciones contra las mujeres?

AM: [Las violencias que continúan persistiendo en el marco del conflicto] son las violencias sexuales porque donde hay actores con armas ellos siempre se van a creer los dueños de los cuerpos de las mujeres. También, hemos identificado que continua es el tema del reclutamiento de niños y niñas, hombres y mujeres. Y los asesinatos por distintas razón, por ejemplo, en el departamento del Cauca están ocurriendo los asesinatos de niñas a razón de combates.

IC: ¿Qué percepciones hay sobre el futuro de Colombia en términos de conflicto, de crimen organizado y construcción de paz?

AM: Yo estoy esperanzada realmente con lo que se está viviendo porque estamos en un momento en donde parece que hay un cambio político. El informe ha sido bien recibido con las recomendaciones que están dirigidas a parar la guerra y avanzar hacia una construcción de paz.

Para llegar allí, una de las recomendaciones es la necesidad de avanzar en una negociación y diálogo con todos los actores armados. Con algunos será en términos políticos y con otros más en clave de sometimiento. Habrá que buscar las estrategias, los formatos para cada uno de ellos.

Y, por otro lado, están los factores de persistencia que también señalamos y que crean la posibilidad de que esto se reactive, por ejemplo, el narcotráfico. De hecho, uno de los hallazgos contundentes es que la lucha contra las drogas no funcionó y fue un fracaso. Así que tendremos que avanzar hacia la regulación del mercado y la legalización.

Hay que hacerle frente a varios asuntos, el conflicto está imbricado con intereses y actores políticos y económicos. Entonces [para el futuro] por un lado está el diálogo y por otra parte tenemos que ponernos serios con la impunidad, con la corrupción y con los otros factores que contribuyen a la persistencia del conflicto.

*Esta entrevista ha sido editada por cuestiones de espacio y contenido




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