En el encuentro, las autoridades hablaron de cifras y tendencias que asustan. Se estima en 120.000 el número de máquinas que, además de despojar de dinero a niños y jóvenes (en gran mayoría), los empuja a la ludopatía, esto es, adicción a los juegos de azar.

Otro ribete problemático es “obra” de municipalidades, que se niegan hasta ahora a ejecutar la legislación que prohíbe el funcionamiento de las tragamonedas, en sitios no habilitados para ellas.

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De las 263 comunas que recibieron la notificación de actuar contra locales que explotan ilegalmente las máquinas clandestinas, solo diez ejecutaron la orden con la ley en mano.

Una de las soluciones esbozadas para hacer frente a este sistemático ninguneo de los municipios es pasar ‘la pelota’ al Ministerio Público, al efecto de procesar a los infractores.

En el escenario actual, las máquinas tragamonedas pululan en bares, copetines, mercados populares, veredas, comercios pequeños y medianos, etc. Y lo que es peor: casi la totalidad de los arrastrados a este juego de azar, son niños y adolescentes.