Según la acusación, el empresario, imputado en el caso Duck Sex Games, habría trazado todo un plan con el fin de amedrentar a la fiscal y de ese modo «torcer el hilo investigativo» en la investigación iniciada en su contra por la presunta filtración de imágenes de índole sexual, sin el consentimiento de las involucradas.
Montanaro envió tres ramos de flores, que estaban dirigidos a la fiscal, a una de las testigos del caso Duck Sex Game, y también a él mismo. Los sobres y las masivas entregas poseían imágenes que hacían referencia al grupo «Anonymous», en referencia a personas especialistas en ataques y hackeos cibernéticos.
La acusación refiere que, ante la acción intimidante realizada por el polémico empresario, la fiscal Ruth Benítez tuvo que extremar recursos a fin de precautelar su integridad como la de sus familiares directos. Situación similar también se dio con la denunciante del primer caso iniciado contra Montanaro.
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